Hay ciertos indicios que me hacen presentir que este año que llega será lo que tú quieras que sea y, por supuesto, lo que no quieras.
Que habrá días de luz como estrellas y días llenos de noche, sin ellas.
Hay cierta experiencia que me hace saber que este año que llega será lo que esperas y lo que no.
Lo que deseas y lo que nunca imaginaste que fuera a ser.
Que tendrá días con risas y, otros con lágrimas.
Días en los que serás la luz y, otros las tinieblas.
En muchos serás un maestro poderoso y, en otros apenas serás un discípulo débil e ignorante.
Muchos de tus proyectos saldrán adelante y muchas otras noches regresarás a un lugar
que conoces bien y donde ya has estado y que, después de todo, es también hermoso.
Quizás vivas este año hasta el final y quizás no lo hagas.
Quizás beses muchos labios —o los que amas—, o quizás sea un año de espera.
Como si tu pedido de labios al Universo se hubiera traspapelado en un cambio de turno de los ángeles.
Quizás este año te hagas más sabio y avances,
o quizás sea al revés, te empecines en el error y retrocedas como si estuvieras en el colegio otra vez y tuvieras que repetir las matemáticas.
Esto es seguro.
Que las cosas van a ser de esta manera.
Que van a ser como vestidos de verano
o como zapatos que aprietan.
Pero suceda lo que suceda, mantente al timón, da siempre las gracias y comparte lo que aprendas.
(Atribuido a Javier Salinas)
Sin comentarios